Lo escuchaba a todas horas pero por las noches
aquel lacerante sonido se me hacia aún más insoportable.
A solas, en mi cuarto, era como si un millar
de campanas se hubiera adueñado de mi cerebro empeñándose en impedirme olvidar todo lo malo que, durante el día, había sucedido.
Me era imposible dormir. Me acostaba de lado y
me tapaba la cabeza con la almohada intentando amortiguar aquel machacón sonido
pero era un objetivo inalcanzable. Aquel estruendo provenía de mi interior e
iba a terminar por hacerme enloquecer, así que tomé una drástica decisión.
Con un cuchillo que cogí de la cocina me abrí
el pecho, introduje mi mano y me arranqué de cuajo el corazón.
Mientras lo sostenía, aún tuve que soportar sus
estremecedores latidos durante unos breves y eternos instantes hasta que se
convirtieron, poco a poco, en un ligero susurro.
Volví a acostarme y coloqué el corazón a mi
lado. Ahora, su silenciosa compañía me proporcionaba la paz que hasta hoy me
había sido negada.
The Nuevo.
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