Si vuestras madres no os han gritado alguna vez: "¡Qué salir a estas horas ni que niño muerto!", o quizás: "¡Pero, qué vegano ni que niño muerto, cómete las albóndigas de una buena vez!" o incluso, ya rayando la redundancia: "¡Qué niño muerto ni que niño muerto!", eso significaría, amigas y amigos, que no habríais tenido infancia.
¿Quiénes eran aquellos niños muertos? ¿Qué fue de ellos? ¿Sus madres también les gritaban?: "¡Qué respirar ni que niño vivo!".
Muchas veces nos paran por la calle para preguntarnos: "¿En serio vais a escribir relatos sobre niños muertos?" Y nosotros contestamos: "Sí, vamos a escribir "tiernorríficos" relatos sobre niños muertos por dos poderosas razones: la primera; porque nos da la gana y, la segunda, porque pensamos que esas adorables, tiernas y frágiles criaturas han sido injustamente olvidadas y queremos darles el protagonismo que se merecen.
-Pues a mí, los niños muertos no me parecen ni adorables, ni tiernos. Más bien me dan mal rollo.
-Pues a nosotros nos dan mal rollo los conejos, los gatos y demás seres estampanables (http://guiadelosseresestampanables.blogspot.com.es/). Así, que si no estás a gusto, búscate otro blog en el que te encuentres más cómodo, ¡Cansino, qué eres muy cansino!.
-Pues a nosotros nos dan mal rollo los conejos, los gatos y demás seres estampanables (http://guiadelosseresestampanables.blogspot.com.es/). Así, que si no estás a gusto, búscate otro blog en el que te encuentres más cómodo, ¡Cansino, qué eres muy cansino!.
¿Se puede sentir amor sin un corazón latiendo? ¿Se puede ver un amanecer sin globos oculares? ¿Se puede sentir el calor de una caricia sin terminaciones nerviosas?
Nosotros opinamos, sinceramente, que sí.
Por eso, si alguna vez os cruzáis en vuestro camino con algún niño muerto, no os cambiéis de acera o corráis despavoridos porque ellos, simplemente, pretenden ser vuestros amigos.
Aunque también podría ser que lo que pretendan realmente es arrancaros la cabeza y devorar vuestros cerebros. Entonces, sí; corred, corred todo lo rápido que podáis y no miréis atrás.
Por eso, si alguna vez os cruzáis en vuestro camino con algún niño muerto, no os cambiéis de acera o corráis despavoridos porque ellos, simplemente, pretenden ser vuestros amigos.
Aunque también podría ser que lo que pretendan realmente es arrancaros la cabeza y devorar vuestros cerebros. Entonces, sí; corred, corred todo lo rápido que podáis y no miréis atrás.
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